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MONASTERIO DE SAN PAOLO

El complejo monástico de San Paolo y su jardín, son un oasis de calma y verdor en el corazón de la ciudad, un lugar alejado del tráfico donde se respira una atmósfera particular.
El monasterio San Paolo, convento de las benedictinas, se desarrollo a través de los siglos al rededor del núcleo del oratorio y, con el pasar del tiempo, logró encerrar entre sus murallas uno de los ambientes más complejos e históricamente ricos de la ciudad.
Su fundación se remonta a la época del Obispo de Parma, Sigifredo II, al rededor del año mil, en un período en el que para la Iglesia iniciaba ya a imponerse la necesidad de una reforma general.
En 1187, con el papado de Gregorio VIII, el convento se pone bajo la protección directa de la Sede Apostólica, un hecho que generará el debate que se prolongará por años entre las monjas, celosas de su autonomía, la Curia Obispal y el Ayuntamiento.
Las abadesas, quienes gozaban de elección vitalicia, gobernaban la comunidad como verdaderas soberanas y disfrutaban de amplios poderes en el plano económico ya que, sin tener que rendir cuentas a nadie, escogían los administradores, disponían libremente de los ingresos y los considerables patrimonios mobiliarios y, además, contaban con un poder jurisdiccional sobre las personas sometidas al monasterio.
El monasterio di San Paolo fue ampliado y embellecido sobre todo durante el período renacentista, cuando las abadesas Cecilia, Orsina y al final, Juana de Piacenza, convocaron artistas importantes como Giorgio de Erba, Alejandro Araldi y sobre todo, Antonio Allegri, llamado el Correggio, quien decoró la habitación de la Abadesa al rededor de 1519.
Una relativa decadencia tuvo lugar luego de este período renacentista hasta que, con las supresiones napoleónicas, se llegó hasta el desmembramiento del Convento.
Con su restauración, María Luisa de Austria, duquesa de Parma, confirmó la Iglesia de San Paolo como capilla Palatina y cambió su nombre por el de su patrono, San Ludovico.
Al finalizar el ducado, también la capilla concluyó con su función y fue cerrada definitivamente en 1866.
El Ayuntamiento adquirió el edificio en 1878 y lo destinó, una parte para el Instituto Magistral, otra como Colegio femenino y una tercera parte, restaurada, como sede de las Empresas Municipales, con las habitaciones con los frescos de Correggio y de Araldi de propiedad del Estado, quien desde entonces, administra su apertura.
A partir de la segunda mitad de los años sesenta, el Ayuntamiento ha ido paulatinamente liberando el complejo monumental para darle una destinación de carácter cultural.
En el monasterio de San Paolo hoy se encuentran la oficina de información turística, el centro de información para jóvenes Informagiovani y la galería municipal de arte San Ludovico y, sobre la calle Melloni, la Pinacoteca Stuard, el Castillo de los Títeres, las Bibliotecas Municipales U. Guanda y U. Balestrazzi y el Instituto Histórico de la Resistencia.

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